Hace unos días , esa cadena de televisión que muchas veces ignoramos porque nos parece excesivo su contenido cultural, emitió un reportaje sobre la venganza que tomaron los judíos después de la Segunda Guerra Mundial.
Al poner La 2 me sentí tan atraída por el contenido de lo que estaban emitiendo que apunté nombres y datos para poder contarlos en mi blog. Esta no es la típica historia del ojo por ojo, diente por diente, ni es una simple venganza, ni siquiera se puede reducir al término “historia”.
El Nakam fue una organización extremista judía liderada por Abba Kovner. Después de sufrir tantas vejaciones durante la Segunda Guerra Mundial, este grupo de judíos, no se conformaban con los escasos castigos impuestos a los nazis. Dentro de su cabeza se repetían las imágenes de desolación y muerte que había vivido su pueblo. Una comunidad con un autoestima reducido a cenizas, con un fuego interno que les decía que la guerra no había acabado.
Abba Kovner, líder del Nakam, quiso que los crímenes nazis no cayesen en saco roto. Para muchos fue un gran líder, para otros sólo un loco que empeoró las cosas más aún.
Intentó envenenar el agua de Munich, Berlín, Nuremburg, Hamburgo y Weimar, lo que se hubiese traducido en unos seis millones de muertes. Una masacre que de haberse cumplido deshumanizaría más aún un mundo en el que nadie confiaba. Pero el plan no llegó a efectuarse, Abba Kovner fue detenido con dos cantimploras llenas de la mortal sustancia.
No corrieron tanta suerte cientos de prisioneros de las SS encarcelados en Stalag. Mediante arsénico en pan intentaron dar un paso más en su venganza, pero a pesar de muchos heridos graves no hubo ninguna muerte.
Un pasado difícil de juzgar desde nuestros tiempos. ¿Entendible? Cada uno que forme su opinión al respecto. La venganza nunca trae nada bueno, es una herramienta inútil a la hora de conseguir fines, pero el ser humano es así. Somos aquellos seres capaces de tomar la justicia por nuestra mano y creer que podemos decidir sobre quién merece o no vivir.
No hace falta irse a los tiempos de Kovner y el holocausto para darse cuenta de nuestro espíritu vengativo. Sólo hay que observar como a la hora de ver los informativos nos designamos jueces con frases como “A ese lo que habría que hacer es colgarle…”
Curiosa especie el ser humano, capaces de crear una vacuna para curar a millones de personas y a la vez dispuestos a acabar con millones de vidas por una idea.
Por desgracia el ser humano no aprende, o aprende poco, de sus errores del pasado.
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